top of page

En lo alto de un pájaro​
se dilata el aire, traspasándose a sí mismo.​
Cruje el maderámen convencido de la eternidad en su boca abierta​
brilla la tarde en lento giro​
ascendiendo con sus huesos celestes​
hasta la pupila de aquel pájaro.​
Y se va recogiendo uno a uno el canto​
para hacerse memoria nocturna​
de la mujer que empuja el pedal​
del hombre que amansa la piedra.​
Hombre y mujer saben que nunca les faltará el alba​
si con ellos dos bastara para hacerse esféricos y constelados​
en lo alto de un pájaro.

bottom of page