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"Todas las cosas tienen su misterio, y la poesía es el misterio que tienen todas las cosas"

                                                                                                                                     Federico García Lorca

Puedo decir, quiero decir
que mi padre fue un hombre iluminado.
Solía sentarse cada semana santa junto a la radio
y con los ojos cerrados seguía en voz no tan alta
el sermón de las siete palabras
nada parecía inmutarlo.
Ordenaba con estricta mística
cada fruta del mesón según maduraban
como cada extraño objeto de su habitación
a la que nadie entraba.
Mi padre, el que nunca levantó ni la mano, ni la voz
del que no conocí ni el insulto ni la caricia.
Mi padre, con la paz que el sol derrama sobre la tapia
le hizo morada a la muerte
brindó con abundancia, secos tragos de ron
por cada escalón de su agonía
y cuando vio encenderse la lengua de fuego sobre su cabeza
ajustó por última vez su reloj.
Mi padre fue un iluminado, por eso
tuvimos que velarlo en dos salones,
fue hermoso verlas con sus rostros tristes
ahogando el suspiro por aquel hombre que las amó.
Puedo decir, quiero decir
que más amó a mi madre
pues entregó su cuerpo a las flores un segundo domingo de mayo
y le dejó sobre la tierra removida
la ternura de su silencio.

Frente a mis ojos
montaña que se repite
verde e interminable estribillo
eco de lejanía que insiste.
Extiendo lentamente
la palma de mi mano
ya no hay tal distancia.
Ven…

3. 30 A.M


Antes de que el gallo cante
habrán recogido el eco de sus pasos,
el murmullo de los pasillos,
el hálito frío sobre las ventanas.
A esta hora
donde el grillo y la rana enmudecen
siento pasar la última de las ánimas corriendo a su ermita.
No querrá arriesgarse a que el gallo abra su garganta
y se pierda para siempre
en la infinitud de su canto.

 

Bienaventurada la mariposa
que supo separar las flamas del fuego
arrojándose alucinada a la belleza de su centro.
No será clavada con alfileres en los mostrarios
ni devorada por el arrendajo mañanero
tampoco terminará en la mochila de un niño.
Cabe la llama entera en su abdomen
para volverse lumbre de los caminos sin luna
y de los ciegos sin perro.

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