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He visto la luna Guane coronando la altura
he visto el espíritu de centenarios hombres subir por la greda roja,
fueron tomando la forma del cactus
se hicieron menhires poblados de afiladas pupilas para cegar el viento.
Acaso llevan siglos muriendo con sus estrellas
acaso buscan el fuego de lenguas azules que un día les habló.
Vi  florecer de sus brazos penitentes, pequeños palomos
uno a uno,  arrojados al infinito en versos equidistantes
y reptaron, reptaron por las sienes de la montaña nocturna
hasta llegar a la estrella mayor.
Terrible es la belleza en este mundo inconstante,
es necesario morir sobre la misma muerte
incendiar el reverso de las pupilas donde germina la promesa
y volver sobre ella como a la greda
girar en el círculo de sus blanquísimos dedos que apuntan a la finitud.
Habrá que perderse en el ojo que nos une al cosmos
y si no alcanzara el vuelo
y si no alcanzara el alba
será preciso desentorchar las estrellas
desatar el temporal de la belleza fugaz sobre los cuerpos
y  ya confundidos con la altura
se maravillarán con el titilar de los sueños
en el manto distante de la tierra.

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